miércoles, 20 de abril de 2011

"Miercoles Santo", Reporte Especial.

Miercoles santo
Algo me sucedió que me levanté ya entrada la tarde, serian como la hora nona (3 de la tarde) cuando me presenté en el atrio de los gentiles; pregunté a una persona por el Nazareno y me respondió que hacía rato se había marchado.Pero mi informante, con el aliciente de algunas monedas para su bolsa, me confió que había oido decir que el Rabí comería en casa de Simón, el que antes era leproso y que fue curado por el Rabí de Galilea. Unas monedas más y fui situado, por un muchachito, a las puertas de la casa del tal Simón.

Gran rato estuve curioseando por el lugar, hasta que vi salir a una persona en visible estado de hebriedad y emparejándome con él le prometí vino de una posada cercana, y al calor del vino, accedió a relatarme:

"Yo fui invitado por un pariente de Simón a comer en honor del Galileo, habían manjares y vino de buena calidad pero el de Nazaret, apenas probó bocado; todos estábamos contentos y en eso se presentó una tal María, creo que de Magdala, una "burrita", (así le decían a las prostitutas en aquella época) y destapando una botellita de un bálsamo perfumado carísimo se dedicó a ungir al Rabí en los pies y se los secó con su cabello.

Judas, uno de los discipulos del Rabí, se enojó con la tal María y le reclamó que mejor hubiera vendido el bálsamo y el dinero entregarselo a los pobres en lugar de desperdiciarlo de esa manera. El Rabí le dijo que la dejara hacer lo que estaba haciendo porque el Rabí ya no estaría con ellos y los pobres sí.

Judas se mostro molesto y nos abandonó a media comida y la verdad, fue mejor así porque era un tipo muy pesado que no dejaba dirigirle palabra alguna al Rabí."

"También me comentó un amigo que uno de los seguidores del nazareno fue a verlo a su casa para rentarle un lugar donde hacer la cena de los ázimos y le dijeron que "el maestro necesitaba su casa" y el prometió tener todo listo para lo que necesitara el Nazareno."

El tipo me empezó a contar de su vida, de su familia, de sus aventuras hasta que se fue quedando dormido; liquidé la cuenta, cargué con mi compañero y lo dejé "durmiendo la mona" a las puertas de la posada; ya era tarde y me encaminé a Jerusalén entrando por la puerta dorada que estaba a punto de cerrarse cuando llegué a la ciudad.

Reportando para el Blog."De todo un poco" en el més de abril del 2011:  Luis Sabido. Enviado especial.

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