Amaneció y yo ya estaba en pie camino a Betania, las trompetas del templo casi acababan de anunciar la apertura de las puertas de la ciudad cuando yo las traspasé rumbo a la cercana aldea de Lázaro; por el camino iba pensando en las enseñanzas del Rabí y tratando de entenderlas, pues él enseña por medio de parábolas, algunas de las cuales he tenido ocación de oir ( pero tonto de mí, de no escuchar -lease entender- ), el día anterior.
En esas estaba cuando mi vista se fijó en la higuera que maldijera Jesús y me he sorprendido al verla completamente seca. No pude más que sonreir y seguir mi camino, por algo estoy aquí, me dije; no se si sueño o si esto es verdad pero aquí estoy y aquí seguiré mientras me sea permitido.
A poco mas de mitad del camino me encontré con el Galileo y sus discípulos, y pedí permiso al Rabí de seguirlos por ese día a lo cual el Galileo, sonriente, dió su consentimiento aunque me dejó entrever que me mantuviera a prudente distancia de ellos porque así era menester. Yo le entendí y me mantuve en discreto segundo plano dispuesto a no perder detalle de sus actos. Algunos discípulos, sin decirle al Rabí, cuchicheaban entre ellos su temor de que yo sea un espía del sanedrín o peor aun, de los odiados romanos. Jesús, al parecer les leyó el pensamiento y haciendo un alto les encaró con un cariñoso regaño: — No os atormenteís, que mi Padre vela; lo que temeís es infundado, solo seguidme —.
Pero no quiero hablar de mí, sino de él y por eso voy a callar las escenas que a mi persona respecta y me enfocaré a él que para eso fuí enviado. Prosigo:
Así a buen paso, en escasos 20 minutos ya estabamos traspasando las puertas de Jerusalén y nos dirigimos al templo, al llegar al "atrio de lo gentiles", el Rabí se sentó en las escalinatas y de inmediato nos vimos rodeados de gentes de todos los estratos sociales dispuestos a escuchar sus enseñanzas. Al poco rato, los espias del sanedrin se acercaron a el y uno de ellos le preguntó con la intención de ridiculizarlo ante la gente: — "Rabí, es lícito rendirle tributo al Cesar?.— A lo que Jesús le pidió que le mostrara una moneda y al enseñarsela le preguntó por el personaje que aparecia en la moneda y al responderle que era la cara del Cesar el Rabí le contestó: — "Entonces dad al Cesar lo que es del Cesar y al Altísimo lo que es del Altísimo".— Le devolvió su moneda y a grandes pasos entró al templo.
Rápido pasaron las horas y ya en camino a Betania uno de los discípulos comentó de la belleza del templo contemplado desde allá y de la magnificiencia de la construcción que había tardado 40 años en ser levantada.
En ese lugar, su rostro se tornó sombrió, dejó de sonreir y su voz solo fuerte y clara cuando dijo: — "De verdad os digo que el padre me ha dado el poder de destruir este templo y volverlo a edificar en 3 dias."—, en clara referencia a su cuerpo pero nadie cayó en cuenta, salvo yo. Al notar mi turbación el Rabí me llamó aparte y me sugirió que me regresara a Jerusalén, porque eso era lo establecido, que lo que había visto era suficiente para ese dia. Al despedirse de mí se puso serio y me dijo:
—Es menester que le des descanso al cuerpo pues le esperan horas muy amargas a tu espíritu a causa de lo que voy a padecer. Démos a cada dia su afán. No temas Mi Padre, nuestro Padre, está al pendiente.— Y a grandes pasos se reunió con los discípulos y tomó el camino a Betania.
Reportando para el Blog."De todo un poco" en el més de abril del 2011: Luis Sabido. Enviado especial.
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