lunes, 18 de abril de 2011

"Lunes santo", Reporte especial.

Expulsion de los vendedores del templo
Hoy desde muy temprano he salido hacia Betania con la esperanza de encontrarme cerca del Rabí de Galilea y seguirlo de cerca para llevar a cabo mi reportaje. Pues bién, nada mas llegar a las inmediaciones del lugar he visto a un grupo de gente que tiene intenciones de seguirlo, aunque por diferentes motivos. Un rato después el Rabí se acercó a nosotros y me las ingenié para preguntarle algunas cosas; él sin dejar de sonreir, me miró a los ojos y comprendí que no se me permitiría la información de "primera mano". Y en mi mente resonó su voz dulce y clara: "no te atormentes, sin embargo haz lo que puedas y cumple tu misión". Y así en silencio me convertí en uno mas de las decenas de gentes que ya le rodeaban.

Bueno, he aquí parte de lo sucedido este lunes:

Como ya escribí en el reporte anterior, El Nazareno pernoctó en Betania, no se precisar a ciencia cierta si fue en casa de su amigo Lázaro o al aire libre. Sería cerca de la hora sexta (doce del medio dia), cuando Jesús pasó cerca de una higuera y notó que ésta había producido hojas antes de la estación (él sabía que las higueras dan fruto dos veces al año; en junio y en septiembre.)

 Era abril, así que debería haber siquiera fruta sin madurar para comer pues la higuera tenía hojas. Él esperaba encontrar higos, pero como la planta no tenía frutas  Jesús maldijo al árbol y continuó su caminar. Los discípulos se sorprendieron del proceder de su maestro contra el árbol.  Días después Jesús utilizaría la sorpresa de los discípulos para enseñar sobre la verdadera fe en su padre de los cielos.

Enseguida nos dirigimos a Jerusalén, a buen paso, tardamos como treinta minutos, tiempo que aproveché para conocer ciertos detalles de la vida del Nazareno, que ahora no vienen al caso, para no distraer mi atención sobre este reportaje.

Al llegar a las puertas del templo, el rostro del Rabí, se transfiguró, es decir, pasó del rostro suave, sereno y apacible a un rostro colérico, enojado y furibundo lo cual a todos nos extrañó. Y tomándonos por sorpresa, a grandes zancadas avanzó hasta un corral que tenía unos bueyes y tomándo un látigo que estaba colgado de un madero empezó a lanzar latigazos contra los vendedores de animales y cambistas, provocando una estampida de animales y seres humanos al tiempo que su colérica voz, fuerte y clara, decía: "Ustedes han convertido la casa de mi padre en cueva de ladrones".

En un instante el atrio del templo quedó vacío; los cambistas y comerciantes sintieron miedo de la furia del Rabí y se mantuvieron lanzando maldiciones y vociferando a prudente distancia.

La guardia del personal del sanedrín al servicio de templo intentó intervenir, pero al ver a la muchedumbre que vitoreaba el proceder del Nazareno, lo pensaron mejor y se mantuvieron a la espectativa. Jesús tiró el látigo y se introdujo en el templo seguido por toda la gente y allí se quedó enseñando.

Desgraciadamente al ser un "gentil" (extranjero que no profesa el judaismo), no me fue permitida la entrada al templo. Así pasaron las horas y por fin el Galileo salió del templo rodeado de gente y se dirigió al monte de los olivos en donde predicó un rato más, después despidió a la gente y regresó acompañado de sus discípulos a la cercana Betania.

Yo estuve tentado a seguirlo pero por lo avanzado de la tarde, casi noche, decidí regresar a Jerusalén y ya en mi cuarto de la posada, transcribir lo acontecido en este dia. Continuaré informando.

Reportando para el Blog."De todo un poco" en el més de abril del 2011:  Luis Sabido. Enviado especial.

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