Recuerdo que al principio, me caiste mal. Eras una chica engreida, antipática, muy pagada de sí misma, arrogante e intransigente además de caprichosa.
También recuerdo que la antipatía que sentía por tí era plenamente correspondida, al grado que muchas veces nos peleamos por tonterías, nada más por llevarnos la contraria. Pero la diaria convivencia y el estar trabajando en la misma oficina, poco a poco fue tornando esa antipatía mutua en compañerismo y al cabo de algunos meses en amistad.
Pasaron dos largos años del trato placentero de amigos en los que salíamos juntos a comer, en mi caso esa era mi hora favorita del día, la que esperaba con ansias; recuerdo que al llegar a la pequeña fonda de don Pepe, buscábamos la mesa más apartada y escondida para estar, de alguna manera, lejos de las miradas indiscretas de los malpensados compañeros de trabajo, aunque sus habladurías no me importaban, ni a tí tampoco, siempre fuimos muy discretos con nuestros asuntos personales.
Un buen día, ya seguro de mis sentimientos, te pedí que fueras mi novia y tú, loca de alegría, me diste el "SÍ", seguido de un efusivo abrazo y un beso apasionado. Me sentí el hombre más dichoso de la tierra. Enseguida comenzamos a hacer planes para el futuro y hasta fijamos la tentativa fecha para nuestra boda y hasta hablamos de comenzar a ahorrar para la fiesta, ¿te acuerdas?, eramos dos locos que creíamos que juntos podíamos conquistar el universo.
Así pasaron algunos meses y al fin llevé a mis padres a tu casa para solicitar formalmente tu mano a tus padres; ¿recuerdas lo nerviosos que nos sentíamos?, por un momento temí que tus padres consideraran poca cosa a este su futuro yerno, temor que a todas luces resultó infundado por las buenas noticias que nos dió tu mamá; tus padres estaban de acuerdo y dieron su consentimiento para casarnos en un año; recuerdo que brincamos como dos chiquillos locos de felicidad, ante la complacencia de tu madre, que haciendose la enojada nos regañó por la escandalera que armamos; recuerdo que los dos, locos de remate, la jalamos hacia nosotros y le dimos de besos en las mejillas y tu mamá, esa buena señora, sorprendida, nos regaló una amplia sonrisa y se metío a atender a sus futuros consuegros.
Pero la fatalidad, esa señora que nadie quiere, nos tenía preparada una sorpresa la cual llegó en la persona de una nueva empleada de la empresa y que nuestros jefes la pusieron en nuestro grupo de trabajo.
Primero, con el pretexto de no conocer a nadie, no nos dejaba a sol ni sombra, si íbamos a comer, nos seguía y nos hacía compartirle la mesa, después, aprovechando mis ausencias por motivos de mi trabajo, se las ingenió para que tu le contaras de nuestras cosas y planes.
Se fue haciendo tu amiga y te acaparaba para todo y lo mas triste es que tú le hacías caso, cuando yo te deciá de mis apreciaciones te molestabas; pero ya te quería bien y por largos meses soporté tus desplantes, tus malos ratos, tus sinsabores, todo, producto de tu amistad con esa tu "nueva mejor amiga".
Pasó otro mes sin pena ni gloria, hasta que una noche, ya estando en mi casa, recibí una llamada de tu papá reclamándome el porqué tu llegaste a horas de la madrugada y ahogada de borracha; yo como pude le expliqué a tu padre que tu, en la oficina, me dijiste que ibas a cenar con algunas amigas y te despediste de mí. Tu papá pareció conforme con mi explicación y sin mas, colgó.
A ese suceso le siguieron otros con mayor frecuencia y caiste victima del alcoholismo; un día al proponerte que buscaramos ayuda especializada, me gritaste que lo nuestro estaba terminado y no querías saber nada de mí, ante la complacencia de tu amiga. Esa misma noche me reuní con tus padres a fin de contarles todo lo que nos pasó y me enteré que hacía ya 3 meses que te fuiste de su casa a raiz de una llamada de atención por parte de ellos; que estabas viviendo con esa tu amiga y que estaban muy desconsolados y preocupados por tu salud.
Así pasaron 2 meses mas y hoy, antes de salir al trabajo sonó el telefono y al contestar reconocí la llorosa voz de tu mamá que me avisaba que te habían encontrado en un predio abandonado con huellas de violación y tortura y que estabas... ya que mas dá.
Aquí me tienes, recordando nuestros momentos felices y tristes, llorando al ver tu adorado rostro demacrado por las drogas y el alcohol; aquí me tienes, con un ramo de rosas rojas, en el día que debería haber sido el de nuestra boda. Aquí me tienes, parado, frente a tu ataud.
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Muy triste esta historia escrita sobre la vivencia de un amigo.
ResponderEliminarMoraleja:"No siempre se tiene lo que uno quiere ni siempre se quiere lo que uno tiene"
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