No recuerdo muy bién desde cuando se instaló permanentemente en mí, ni tampoco el porqué se lo permití y el como se fué adueñando de esta pobre alma atormentada.
La tristeza se fué apoderando poco a poco de mí, a grado tal ,que no me permitía reir y disfrutar de las cosas y situaciones que las otras gentes disfrutaban. Más aún, me obligaba a buscar lo malo de esas situaciones y descalificarlas bajo la premisa: "Lo que no es bueno, es necesariamente malo". y me decía: —¿Como podrías disfrutar de algo que sabes, es malo?—... y de nuevo me obligaba a encerrarme en mi mismo...y en mi tristeza.
En infinidad de ocaciones el AMOR, ese sentimiento puro y limpio, quiso habitar en mí, pero la tristeza, esa absorvente compañera, siempre la egoista tristeza, se encargó de ponerme en su contra y a mantenerlo lejos de mí.
Ahora, merced a no se que misterioso designio, la ALEGRÏA pudo sortear mi otrora infranqueable muro de tristeza y vino a tomar posesión de este humilde pecador y muy a pesar de mi tristeza, la he tomado (a la alegría), como una segunda compañera de viaje y ella se ha quedado conmigo y estoy cierto que no la dejaré partir de mi lado.
Ahora puedo decir que veo la vida con otros ojos, me rio más, soy mas tolerante, ya disfruto de las cosas simples de la vida, de las puestas de sol y su belleza, de los juegos de los niños, de los olores, colores y sabores ,en fin, ya disfruto con mis cinco sentidos de lo hermoso de la vida. Ya soy mas risueño y ya no me preocupo tanto por las cosas de la vida, solo dejo que tomen su curso natural.
Ya entrado el otoño de mi vida, quizas los cielos me estan dando otra oportunidad para ser felíz porque tal vez mi tristeza se debilitó con los años.
Aunque solo sea un quizás, debo y quiero aprovecharlo.
Que el Padre de los cielos me ayude. Como siempre digo: EL SABE.
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