martes, 23 de noviembre de 2010

Estampa.

Ocaso en la ciudad


Año 2010, 23 de Noviembre, martes.

Ya ha pasado el día de muertos y el aniversario de la revolución y con ellos todos los excesos, (llámese fiestas, gastos, etc.), La calma ha vuelto, aunque sea por pocos días porque pronto llegarán las fiestas de fín de año.

La rutina se pasea otra véz como dueña y señora por las calles. La temperatura de esta tarde-noche es agradable, ni frio ni calor. Una suave brisa que sopla por el oriente, apenas logra mover, suavemente, las copas de los árboles. Venus, la estrella de la tarde, tímidamente se asoma por el horizonte y el cielo, escaso de nubes, se tiñe de dorado con los últimos rayos de sol.

Los pájaros, poco a poco en pequeñas bandadas, surcan el cielo rumbo a sus nidos y las copas de los árboles se llenan de vida acogiendo a sus huéspedes.

La gente va pasando por las calles, antes semidesiertas, rumbo a sus hogares para descansar de la dura faena o a las tiendas del barrio para comprar lo necesario para la cena.

Algunos niños salen hacia el parque cercano a jugar. El día se va desvaneciendo poco a poco dejando paso a la noche, en un tranquilo atardecer en mi ciudad. Ya mañana esperaremos, primero Dios, un tranquilo amanecer.

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