lunes, 25 de octubre de 2010

Mi llanto.

hombre en la tormenta
No me podía dormir;
mis ojos no se cerraban;
no me pude reprimir,
mis lagrimas los mojaban.


Dí rienda suelta a mi pena
como lo hacía de niño;
como lo hace un alma buena
que está falta de cariño.


Recordaba sus manitas
que entre las mías tomaba;
y aquellas frases bonitas
que en su oído murmuraba.


Una mañana...se fue;
y en mi más dulce actitud,
en los labios la besé
y...la metí en su ataúd.


Ya se ha marchitado mi alma
y mis más caros anhelos;
uniendo palma con palma:
"Padre nuestro, que estás en los cielos..."


Fin.

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